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Operación funesta de la tierra
delirio amargo, espejismo bello,
la pavorosa bruma fugitiva
con su extraña luminiscencia yerra
mostrando lo que encierra
ultraterrena administración:
del inicio promesa,
amalgama de ocre y verde, destello
dendroideo, en desborde y emisión,
vestigio de una creadora altiva
que en un ocaso cuando
un cólico exclusiva
inflamación le procuraba; presa
del pérfido dolor que hizo aquello,
llevó a cabo con del suspiro punta.
Naturaleza junta
iridiscente anhelo
espinas, hojas, tallos, petricor,
raíces vivas sin ningún rencor
ocultas de dios y la luz del cielo,
pero en ningún modo lúgubres, no,
alargando hilos al exterior
donde inmenso jardín
compite con llanura;
Éufrates, Tigris, Pisón y Gihón
confluyen entre las piedras de fuego,
jaspe, berilo, esmeralda dura;
catálisis llegó para dar fin.
Bastante enfermo de glándula suya
en un árbol su enema
como gargajo quiso expulsar luego 
lo que del prepucio colgaba feo,
un mirrey horrible, que en ocasión
expulsó, con tirria, violenta flema
vuelta en inundación;
rascó su glúteo, inhaló el sobaco
arrancando de sí la roja baya
dejándola colgada como anzuelo
para jariosa que por allí vaya,
al encontrarla muy apetecible,
la coma y suceda transmutación.
Pero quiso la Diosa
tirar mejor al suelo
regalo envenenado,
trampa tan predecible,
y al jardín echar en un viejo saco;
en verdad no fue tarea odiosa
pues mientras el jardín se derretía
y el irrepetible pastel inundado
quedaba, como todo lo indecible,
la deidad tomó un buche y exclamó:
“si yo soy de las olas traductora
contraparte, anverso de cobardía,
y futuro ocaso será mi Hado,
seré mejor lista, calculadora,
de cariño dadora:
este será el mar”.
Recogió dos versículas ya muertas
estrujó y rompió formas cangrejas
fustigó al chisme que trae al mal
reformuló al padre hipocampo
instigó al capibara rompe rejas
giró una escoba, destrabó las puertas;
entonces vino un perro,
rinocerontes, camellos y vacas;
azucenas, lirios, la flor del campo; 
delfines, cangrejos y las almejas
osos y zarigüeyas, un becerro,
rompieron a cantar con alegría:
“este profundo lampo,
alma y nostalgia guían
mutan al tenedor,
quitan zonas opacas;
buscando un abandono: al ardor,
olvidando del yerro
aquí donde se besan mar y campo
tornando en chipotle al jalapeño
al otoño quitándole su ceño;
océano, tierra y algo de dolor”. 

Foto tomada de Cultura Genial

paraíso, primer sueño, fantástico, barroco

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Escrito por:paginasalmon

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